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Las necrópolis de los antiguos canarios estaban ubicadas en zonas próximas a los lugares de residencia y fueron empleadas a lo largo de sucesivas generaciones. Constituyeron, por tanto, espacios sepulcrales de carácter colectivo, acogiendo un importante número de individuos que en vida compartieron los lugares de hábitat y que mantuvieron entre sí vínculos sociales, económicos, etc.
Las diferencias sociales existentes en el seno de la población prehistórica de Gran Canaria fueron proyectadas en los depósitos funerarios, pudiendo documentarse así claras disimetrías en el tratamiento conferido al sujeto tras su muerte, en las características constructivas de las estructuras funerarias que los acogieron o en la organización interna de estos espacios, siendo ésta una forma de garantizar la reproducción de tal ordenación social.
La maqueta del túmulo de La Guancha (Gáldar) y la recreación de una cueva funeraria en la sala permiten ilustrar estas prácticas funerarias.
Otro de los temas tratados es el referido a los estudios paleopatológicos, que permiten determinar las enfermedades y traumatismos de poblaciones antiguas y, a partir de su interpretación histórica, reconstruir sus formas de vida. Las fracturas, las enfermedades degenerativas articulares –algunas de ellas asociadas al desarrollo frecuente de determinadas actividades–, tumores, etc. son algunas de las patologías que se muestran, ilustrándose también una práctica como la trepanación, de finalidad aún no clara.