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Producto del trabajo del barro son dos elementos que se encuentran expuestos en esta sala y que nos acercan a las formas de vida de los canarios: las pintaderas y los ídolos. Las pintaderas son piezas en su mayoría elaboradas con arcilla, compuestas de una base más o menos plana y de un mango o apéndice que en algunos casos era perforado mediante un orificio. La base puede ser cuadrada, rectangular, circular, triangular, romboidal, etc. y está provista de motivos decorativos geométricos, realizados con técnicas de impresión, incisión y escisión, que ocupan toda la superficie o parte de ella.
Las interpretaciones que han tratado de dar explicación a la elaboración de estos materiales han girado en torno a dos cuestiones. Por un lado, algunos autores afirman que debieron de estar destinados a la decoración corporal mediante su impregnación en almagre y posterior estampado sobre la piel. Otros autores, a partir de comparaciones etnoarqueológicas con poblaciones norteafricanas –ámbito en el que son empleados para marcar los diferentes depósitos de los graneros–, plantean su empleo como sellos de identificación personal.
Los otros elementos que nos acercan a la cultura de los antiguos canarios son los ídolos. Se trata de figuras antropomorfas, zoomorfas y otras representaciones de difícil adscripción, realizadas en su mayoría en barro cocido, y cuyas características permiten incluirlas entre las manifestaciones del mundo de las creencias aborígenes.
Muchas de las prácticas rituales descritas por las fuentes documentales, así como determinadas evidencias arqueológicas, parecen estar orientadas a propiciar la fecundidad. Ejemplos de ello son algunas de las ceremonias mágico-religiosas que describen las crónicas de la conquista, los grabados rupestres de triángulos invertidos interpretados como triángulos púbicos –documentados en diversas zonas de la isla como la Cueva de los Candiles (Artenara), representada en la sala– y también una buena parte de los ídolos.
Efectivamente, algunas de las figuras humanas expuestas presentan unos atributos sexuales marcados de forma explícita, rasgos que llevan a vincularlas con cierta forma de culto a la fecundidad y la propiciación.
En la sala también se expone una reproducción de la Cueva Pintada de Gáldar. Esta cámara decorada está integrada en un complejo de cuevas artificiales más amplio cuya planta se representa en un panel también expuesto, que a su vez forma parte del poblado de igual nombre, para el que se ha contabilizado casi medio centenar de casas de piedra. En tres de las paredes de esta cueva se observan pinturas formadas por figuras geométricas para cuya ejecución se emplearon los colores rojo y blanco, al tiempo que se aprovechó la propia tonalidad oscura del soporte.